miércoles, 22 de agosto de 2012

El éxito y el fracaso influyen en las metas.


La motivación es un elemento fundamental en el proceso de compra, los individuos son motivados por metas y necesidades. 

Por lo general conforme alcanzamos una meta, surge otra más alta; es decir, elevamos nuestro nivel de aspiración, esto se debe que el lograr metas modestas influye a la confianza en nosotros mismos, nos sentimos tentados a mejorar los resultados, proponiéndonos metas por encima de las cumplidas. Caso contrario se da cuando fracasamos en la búsqueda de pequeños retos, nos desanimamos y reducimos nuestro nivel de aspiración, en ocasiones incluso nos damos por vencidos.

Cuando vemos alcanzados nuestros propósitos somos impulsados a retarnos a nosotros mismos para auto superarnos. Por ejemplo, para una persona que desee aprender a patinar, sus primeras metas serán mantener el equilibrio y desplazarse con facilidad; si es exitoso, querrá aprender nuevos trucos como girar o saltar. 

En cambio cuando fallamos, nuestras expectativas sobre nuestra capacidad disminuyen y somos condescendientes intentando proyectos menos arriesgados. Un estudiante que no logre entrar a la carrera de medicina, probará suerte posiblemente en odontología, nutrición, enfermería, etc.


Las necesidades y metas son distintas para cada quien y el nivel de frustración del fracaso de sus metas también. Frecuentemente cuando somos incapaces de alcanzar una meta, experimentamos niveles de frustración que varían de un individuo a otro. Es aquí donde se toman diferentes cursos de acción según la personalidad y capacidad de cada cual, por ello, algunos deciden rodear el obstáculo -buscando medidas alternas para alcanzar sus objetivos-, otros intentan atravesarlo -intentando una y otra vez-,  y también están los que se desvanecen ante éste.

El estudio de la motivación y necesidades es útil para la comprensión del cliente y determinación de estrategias mercadológicas. Comprendiendo esto, no debemos construir castillos en el aire ofreciendo algo que no podamos cumplir. Un ejemplo muy común son los productos de belleza que vemos en la tv para bajar de peso: ungüentos, prendas de vestir, zapatos o inclusive bisutería que nos garantizan que con su uso alcanzaremos la figura de actores con músculos de acero y señoritas con cinturas perfectas. No obstante, el resultado obtenido no es ni cercanamente parecido al descrito.

La satisfacción del consumidor será el resultado de la brecha entre las expectativas del consumidor y el rendimiento obtenido por el producto. Si con nuestras falsas promesas elevamos las expectativas del consumidor a un nivel tan alto que no podemos cumplir, será un fracaso por adelantado. En cambio, algunos consumidores se muestran satisfechos por productos “mediocres” de los cuales no esperaban prácticamente nada y superaron sus aspiraciones. 

Con esto no proponemos dedicarnos a vender productos de baja categoría, sino más bien a ser congruentes con las promesas de venta y el rendimiento real de nuestros productos. En nuestras manos esta utilizar a nuestro favor la motivación del cliente.

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